domingo, 7 de marzo de 2010

Violencia contra la mujer

La violencia contra la mujer es un fenómeno tan extendido que el Secretario General de las Naciones Unidas recientemente no escatimó palabras para definirlo como “pandémico” y, por ello, “uno de los más grandes desafíos de nuestra época”.

Cada día y en todos los lugares del mundo las vidas y los derechos de millones de mujeres están en peligro debido a abusos relacionados con cuestiones de género. Y sin embargo, las medidas de prevención y recurso efectivo han tardado en llegar. El 8 de marzo, día de la mujer, ofrece también una oportunidad para la reflexión sobre esta cuestión y, lo que es más importante, sobre cómo hacer frente de una forma efectiva a esta injusticia global.


Los datos disponibles no sólo justifican sino que exigen que haya un compromiso para la adopción de medidas concretas. Las mujeres, en sus vidas cotidianas, en el núcleo familiar, como ciudadanas, en su lugar de trabajo o en busca de mejores oportunidades, en la paz y en la guerra, en los campos de refugiados, se enfrentan a una variedad de abusos que se sobreponen quedando a menudo impunes.
Un estudio llevado a cabo en 71 países por la Organización Mundial de la Salud reveló que la violencia dentro de la pareja afectó del 23 al 49 por ciento de las mujeres en la mayoría de los lugares contemplados en el estudio.
UNICEF informó que, en la actualidad, 130 millones de niñas y mujeres vivas hoy en día han sufrido mutilación genital femenina.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, 5.000 mujeres mueren cada año como consecuencia de los denominados “crímenes de honor” cometidos por miembros de sus familias. La violación y otros actos de violencia sexual se han utilizado masivamente como instrumento de guerra en Ruanda, Bosnia, Sierra Leona y otros lugares.

Y ésta es sólo la punta del iceberg. Es difícil la recopilación de información exhaustiva sobre la violencia y los abusos contra la mujer, bien por el estigma al que se asocia y el miedo a las represalias, bien porque este tipo de violencia es ampliamente aceptado como un hecho común y casi inevitable, y por ello no digno ni de consideración ni de solución. Aunque la violación, la mutilación genital, el abuso doméstico y conyugal, y ciertos castigos tradicionales como la lapidación y las quemaduras tienen mas posibilidades de alcanzar o de llegar a los titulares del momento y provocar indignación, el infanticidio femenino, la selección prenatal del sexo y la desatención sistemática de las niñas quedan fuera del radar de las autoridades nacionales e internacionales, y alejados del punto de mira de los medios de comunicación y del público. Sin embargo es obvio que la discriminación y la pobreza exponen a cientos de millones de niñas y mujeres a este tipo de abusos colaterales. La consiguiente negación de derechos básicos como el acceso a los servicios de salud, a la vivienda, a la educación, a la alimentación y al agua, así como a la propiedad, afecta masivamente a las mujeres dejándolas sin los medios y las herramientas necesarias para hacer valer sus derechos en igualdad.

Lamentablemente la cada vez mayor claridad que aporta la legislación internacional no se ha correspondido con la implementación, políticas y prácticas de los Estados, especialmente donde más importa, es decir, en las vidas diarias de las mujeres de todo el mundo. Como resultado, el patriarcado, a menudo reforzado por la presión de grupos culturales y religiosos o por la competitividad por el empleo, continúa dominando las relaciones familiares y comunitarias.


La abdicación del Estado respecto de su responsabilidad de proteger los derechos humanos de las mujeres es inaceptable, tanto si se debe a una táctica como si es el resultado de la negligencia o equívocos sobre prioridades y valores. La incapacidad de responsabilizar a los agresores de sus actos es especialmente inaceptable. No hay nada inevitable en materia de violencia contra las mujeres y nada que ganar desviando la mirada hacia el otro lado. Por el contrario, hay muchas pruebas que confirman que promover y defender los derechos humanos de la mujer hace avanzar a las sociedades en su conjunto.
Lo que se requiere ahora no es sólo un día de reflexión y más promesas retóricas sino un liderazgo decisivo y un compromiso sostenible en el tiempo para poner fin a las prácticas abusivas y la discriminación que impiden avanzar a las mujeres.

Louise Arbour
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

http://www.cladem.org/index.php?option=com_content&view=article&id=389:violencia-contra-la-mujer&catid=41:articulos&Itemid=130

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